sábado, 13 de diciembre de 2008

Me duele, ¡no quiero saber de eso!

arcaCuando tenía unos 7 años el médico dijo que yo tenía principios de fiebre reumática. Supo explicar el galeno que si no se aplicaba el remedio apropiado después de poco dejarían de ser "principios" y tendría que afrontar la enfermedad en pleno. No recuerdo haber recibido una inyección hasta antes de este tratamiento. Ahora el médico sostenía que durante unos cinco años (al menos) tendría que recibir una dosis mensual de un fuerte antibiótico.

Mi madre era especialista en hacer funcionar mis neuronas. Con una explicación extremadamente persuasiva y lógica me explicó nuevamente, pero en sus palabras - palabras que yo entendía, lo que dijo el doctor. Pero fue más allá: me dijo que para curarme debía adaptarme a tal medicina, pues "finalmente la medicina es buena y existe un mecanismo para que prácticamente no duela..."

El mecanismo consistía en no resistirse a la inyección y, más bien, relajarse y prepararse mentalmente de tal manera que el pinchasito durara lo menos posible.

Funcionaba. Mes tras mes me hacía más experto en el arte de ponerse una inyección...

Pero, de hecho, cuando había cualquier otra cosa que me dolía pero que (según el criterio de mi madre) era "finalmente bueno", se ponía el ejemplo de la inyección y asunto resuelto. De esta manera quedó marcada la lección: no porque una cosa duela quiere decir que sea mala.

Esta moraleja me ha ayudado a sobrellevar momentos difíciles. Es una versión de las palabras de los Sabios de Israel: "todas las cosas son para bien, porque todas las cosas provienen de Dios". Recuerdo, por ejemplo, que cuando estudiante de primer año de universidad tuve que dejar de asistir a reuniones con amigos pues había que trabajar fuerte para compensar vacíos de conocimiento que yo traía de secundaria. Muchos de mis compañeros de clase, que llegaron en mejores condiciones que yo, parece que decidieron que "dolía demasiado dejar las fiestas" y a la final no aprobaron el curso - no se pusieron la inyección.

Cuando uno se esfuerza por cumplir con los Mandamientos que Dios le ha encargado (las Siete Leyes Universales para los gentiles y los 613 mandamientos para los hijos de Israel) uno tiene una tendencia a pensar que, por ese mismo trabajo responsable, uno está protegido o escudado de cierto tipo de cosas. Como que uno piensa, "eso a mi no me va a pasar".

Pero, de hecho, de manera periódica Dios nos prepara una inyección. El nos quiere y nos prepara la medicina requerida, en la medida requerida, en el momento exacto, de manera que podamos crecer como seres humanos, para que trascendamos lo corpóreo y volvamos el rostro a lo espiritual. En nuestro libre albedrío, los seres humanos podemos correr con susto tomando la opción más cómoda y que "duele menos". Podemos, con el mismo libre albedrío, ser consecuentes con nuestros principios y hacer lo correcto.
Aun cuando el hombre es corona de la creación, fue la última de las creaciones; porque así Dios sentaba una lección eterna con un simbolismo respecto al papel del ser humano en el mundo. Cuando el hombre está cumpliendo con la voluntad de Dios, se ubica por encima de todo lo que fue creado antes que él y es verdaderamente corona de la creación. Pero cuando cae en desobediencia, es la última y más baja de todas las criaturas, incluso inferior al mosquito que pasa improductivamente su vida entera, símbolo del peor egoísmo. Pero aun el más pequeño de los mosquitos cumple con el deseo de Dios. Sólo el hombre tiene la opción de trasgredir. El Camino del Gentil Justo, Clorfene & Rogalsky.

Con un compromiso diario con los valores morales y éticos que emergen del Monoteísmo podemos ser el factor que cambia la balanza hacia lo positivo en nuestra sociedad. Cuando traducimos todos estos principios a cada aspecto de nuestra vida, en nuestro trabajo, en nuestras relaciones afectivas, etc. entonces somos corona de la creación. Cuando claudicamos ante una sociedad que sólo quiere lo material, somos el último ladrillo de la creación.

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Sobre el autor: El Dr. J. Mayorga es Matemático de profesión, Suma Quan Laude y mejor graduado de su promoción en Escuela Politécnica Nacional - Ecuador. Obtuvo su Doctorado en Ciencias de la Ingeniería (Mención en Modelamiento Matemático) en Universidad de Chile - Chile. Actualmente es investigador en el Technion (Israel Institute of Technology) en Haifa - Israel. Es noájida observante y trabaja desde hace varios años por promover entre los hispanoparlantes la observancia de las Siete Leyes Universales, herencia de las naciones de acuerdo con la tradición judía. Ha traducido del inglés al español "Los Siete Colores del Arco Iris" (Y. Bindman), "El Camino del Gentil Justo" (Ch. Clorfene & Y. Rogalsky) y "¿El Verdadero Mesías?" (A. Kaplan).

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